@filoeco
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Según el filósofo Craig Biddle, la vida no viene con un sentido predefinido; no nacemos con un propósito preestablecido. Por eso, si queremos que nuestra vida sea significativa, debemos hacer que así sea.
Nuestra vida, afirma el autor, es un proceso de acción autogenerada y dirigida hacia metas, una acción que, debido a que tenemos libre albedrío, es emprendida por nosotros hacia objetivos que nosotros elegimos. El significado de nuestra vida es una función de las metas que elegimos perseguir, es decir, de nuestros propósitos.Un propósito es una meta consciente, intencional, elegida y perseguida para lograr un resultado deseado.
Un propósito racional es un propósito que promueve nuestra vida, como obtener una educación, desarrollar una carrera, dedicarle tiempo a un hobby, construir una relación romántica o criar a nuestros hijos. Estos son, según Craig Biddle, los tipos de objetivos que hacen que la vida sea significativa.
¿Qué opinas de esta concepción del sentido de la vida? ¡Te leemos en comentarios!
Afirma Nicolás Maquiavelo en su obra El príncipe: “Los hombres tienen tanto amor propio y tan buena opinión de sí mismos, que es muy difícil protegerse del contagio de los aduladores”.
Es indudable que a todo el mundo le gusta ser halagado, incluso a los que dicen lo contrario, pues basataría con alabarles su falta de necesidad de ser elogiados para que se dejaran seducir por el agasajo verbal. Mazarino no dudaba: «Si el elogio es exageradamente halagador, ten por seguro que estás tratando con un hipócrita».
En todo caso, es más fácil de lo que parece caer en la trampa de la adulación, sobre todo si el que la lleva a cabo lo hace con gran astucia. Según menciona Pedro Baños, de lo que no cabe duda es de que hay que saber identificar a los aduladores, para no caer en la tentación de pensar que sus palabras son ciertas y que todo lo que realizamos lo hacemos bien.
Solamente las personas que nos critiquen con sinceridad nos permitirán perfeccionarnos, algo que todos necesitamos, cada uno de los días del año.
Ya Plutarco alertaba sobre el daó que provocaban los aduladores, pues «los que alaban con mentira y sin merecerlo a un hombre lo hacen soberbio y lo destruyen». Por eso también nos decía que «los afortunados necesitan de amigos que les hablen con franqueza y reduzcan el orgullo de su mente».
Despues de todo, es bien sabido que si consigues que una persona se crea el centro del mundo, el ser más importante, alguien excepcional, estará en tus manos.Hablando de adular, otra gran certeza es que, si siempre adulas a todos, nunca te adularás a ti mismo.
Adam Smith consideraba que la fuerza del interés individual, dentro de un marco de sujetos que también actúan por su interés individual, traería como consecuencia la competencia. Ésta conllevaría que la sociedad fuese provista de los bienes que necesita, en las cantidades que necesita y a los precios que la misma esté dispuesta a pagar.
Todo individuo, lanzado a buscar lo que más le conviene a él, sin preocuparse de lo que ello le cueste a la sociedad, se ve enfrentado con un rebaño de individuos que actúan de la misma forma. Todos ellos desean aprovecharse de la avaricia de su vecino. El hombre que, movido por su egoísmo se dejase llevar a un exceso, se encontraría con que sus competidores interrumpirían en su dominio para arrebatarle el negocio. Si cargase un precio excesivo a sus productos, o si se negase a pagar lo que otros pagan a sus obreros, se encontraría sin compradores, por una parte, y sin trabajadores por la otra.
De modo que, según Smith, los móviles egoístas de los hombres, transformados por la acción mutua entre ellos, producen el resultado más inesperado: armonía social.
-Fuentes:
De la cita: Smith, A.: La riqueza de las naciones.
De la descripción: Heilbroner, R.: The worldly philosophers.
El 7 de mayo de 1937 la ciudad de Nueva York presenció la más sensacional caza de un hombre jamás conocida en esta metrópoli. Al cabo de muchas semanas de persecución, "Dos Pistolas" Crowley -el asesino, el pistolero que no bebía ni fumaba- se vio sorprendido, atrapado en el departamento de su novia, en la Avenida West End.
Ciento cincuenta agentes de policía y pesquisas pusieron sitio a su escondite del último piso. Agujereando el techo, trataron de obligar a Crowley, el "matador de policías", a que saliera de allí, por efectos del gas lacrimógeno. Luego montaron ametralladoras en los edificios vecinos, y durante más de una hora aquel barrio, uno de los más lujosos de Nueva York, reverberó con el estampido de los tiros de pistola y el tableteo de las ametralladoras. Crowley, agazapado tras un sillón bien acolchado, disparaba incesantemente contra la policía. Diez mil curiosos presenciaron la batalla. Nada parecido se había visto jamás en las aceras de Nueva York.
Cuando Crowley fue finalmente capturado, el jefe de Policía Mulrooney declaró que el famoso delincuente era uno de los criminales más peligrosos de la historia de Nueva York. "Es capaz de matar -dijo- por cualquier motivo."
Pero, ¿qué pensaba "Dos Pistolas" Crowley de sí mismo? Lo sabemos, porque mientras la policía hacía fuego graneado contra su departamento, escribió una carta di- rigida: "A quien corresponda". Y al escribir, la sangre que manaba de sus heridas dejó un rastro escarlata en el papel. En esa carta expresó Crowley: "Tengo bajo la ropa un corazón fatigado, un corazón bueno: un corazón que a nadie haría daño".
Crowley fue condenado a la silla eléctrica. Cuando llegó al pabellón de los condenados a muerte en Sing Sing, ¿dijo acaso: «esto es lo que me pasa por asesino»? No. Dijo: «Esto es lo que me pasa por defenderme».
Si los hombres y mujeres desesperados tras las rejas de una prisión no se culpan por nada, ¿qué diremos de las personas con quienes usted, lector, o yo, entramos en contacto?
Nadie se critica a sí mismo por nada, por grandes que sean sus errores. La crítica es inútil porque pone a la otra persona a la defensiva, y por lo común hace que trate de justificarse. La crítica es peligrosa, porque lastima, hiere el precioso orgullo de la persona, daña su sentido de la importancia y despierta su resentimiento.
👉 ¿Qué opinas acerca de este asunto? ¿Consideras que la crítica es útil? Te leo en comentarios :)
Fuente: Carnegie, D.: Cómo ganar amigos e influir sobre las personas
El miedo al castigo puede ser un factor esencial en la psicología humana. Maquiavelo, en su discusión acerca de si es mejor ser un príncipe temido o amado, prefiere lo primero pensando en la seguridad y la fortaleza del Estado. Si elige tratar de ser amado, el riesgo de rebelión aumentará.
No le falta razón a Maquiavelo cuando argumenta que suele ser más duradero el temor que el amor, pues el amor siempre puede terminar bruscamente, y a veces por motivos que no tienen fácil explicación. Por otro lado, el exceso de bondad, de ternura, puede ser entendido como un gesto de debilidad, por lo que la persona amada puede ser objeto de ataque con mayor facilidad que la que tiene fama de dura y despótica. El amor, con todo lo que de positivo tiene, no garantiza el apoyo incondicional del que lo recibe.
Como decía Mazarino: «Si aumentas las recompensas tanto como los castigos, te ganarás más la fidelidad de esas personas gracias a una mezcla de amor y de temor».
👉🏻 ¿Qué opinas tú al respecto? ¿Es cierto que los humanos rompen los vínculos de amor cuando les conviene? 👀
Fuentes:
– Maquiavelo, N: El Príncipe, @australeditorial
– Baños, P: El Poder @rosameroned