El último día de crucero visitamos el pueblo Nubio.
Aunque antes de ir al pueblo hicimos un paseo por el Nilo hasta una playa donde nos bañamos en el rio. Algunos de los que estábamos en el grupo nos atrevimos a nadar hasta unas rocas que habían unos metros más adentro del rio. Eso sí, llegar a ellas fue duro porque la corriente era muy fuerte y una vez ahí necesitamos unos minutos para descansar, volver a coger el ritmo de nuestra respiración y fuerzas para volver. La vuelta fue bastante más fácil porque era en la misma dirección que la corriente y apenas supuso esfuerzo pero fue una experiencia muy interesante esta miniaventura nadando en el Nilo.
Ahora sí, de la playa volvimos a la lancha que nos llevó al pueblo Nubio. Las casitas eran azules y había colores por todas partes. Un colorido que daba mucha vida.
En uno de los edificios, nos sirvieron el tradicional té con menta y nos dieron algunos platos típicos para probar. También nos dejaron coger un cocodrilo pequeñito y hacernos fotos con él. Además, la gente que quiso se hizo un tatuaje con henna, yo me hice uno pero no lo voy a volver a hacer más ya que al día siguiente me apareció una reacción alérgica. (Cuando volvimos a España me hice la prueba de alergias y resulta que tengo alergia a los tintes semipermanentes como la henna o los tintes para el pelo... y, también, al caucho y goma negra 😅) Así que pasé el resto del viaje tomando antihistamínicos.
Después nos dirigimos a la escuela del pueblo y ahí nos enseñaron el abecedario, aunque no lo retuve para nada.
Al acabar la visita, volvimos al crucero a comer y preparar las maletas para coger el avión a El Cairo y pasar los últimos días del viaje en la capital.










