Te extraño en la noche,
esa que tu y yo vivimos
en nuestra soledad inusitada,
sin ruido ni silencio,
sin algarabía denostada.
Y sueño y pienso en tu locuaz
verborrea que me atrajo
a tu mundo apasionado,
mirarte en tu espejo
lo mejor que me pasó,
fuiste mi mundo imaginado.
Dormí con tu elevada presencia
que sacudía mi mente
al pensar en tu recuerdo,
y no me atrevo aún así,
a pronunciar tu nombre,
ese nombre de deseo
que fuiste en mi esencia.
Me zambulli en un placer
carnal e infinito,
y descubrí que el secreto
mejor que guardabas,
era tu alma viva,
el amor y deseo
encadenados
a tu rica esencia del ser.
Fue todo tan efímero,
que el tiempo inexorable
rozó una eternidad incomprendida,
mas un segundo bastó
para entendernos.
Jose Pedro