Un buen día para indignarse

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The scream by Edvard Munch

Hoy es un buen día para indignarse. ¿Por qué no habría de serlo? Tan solo es necesario asomar la cabeza a cualquiera de los rincones que el presente pone a nuestro alcance. No importa la razón de cada uno, ni tampoco el motivo, la cuestión es manifestar el pobre sentir que aflora tras las frustraciones disfrazadas de palpitaciones aceleradas. La excusa puede ser cualquier cosa: el conductor que se salta un ceda el paso, la señora que intenta colarse en la cola de la charcutería, pisar el regalo que el perro del vecino ha dejado en tu portal o simplemente porque sí (el mejor de los motivos). Entonces: "buenos días", "buenas tardes" o "buenas noches" depende de los biorritmos de cada uno. Y es que la alegría aflora por los rincones de cualquier calle por la que decidas pasear: la agradable sensación de pertenecer a una sociedad que sonríe, que sostiene la puerta para que puedas salir con comodidad, que no invade tu espacio, que te habla con educación, que respeta tu tiempo, y un largo etcétera tan lleno de ironía como todo lo demás...

A través de mi ventana llega el claxon de dos o tres coches que, gracias a la amabilidad de los conductores que deciden estacionar en doble fila, no pueden reanudar la marcha y deciden hacer uso de esa señal acústica para llamar la atención de los mismos. Una sinfonía única, seguramente ya la has escuchado, y también es seguro que no te ha sacado una sonrisa al hacerlo, porque ese podría ser un buen motivo para indignarse.

Por supuesto, cuando suena el teléfono, también hay motivos para indignarse. En lo personal, diré que ya no me llama ni la gran mujer que me trajo al mundo, pero sí se acuerdan de mí todas las compañías de teléfonos (menos aquella con la que mantengo un contrato), también las de los paneles fotovoltaicos, préstamos preconcedidos, tarjetas de todo tipo y, sí, también un largo etcétera con el que practicar el buen humor y entrenarlo, pues, por lo visto, nos hace falta en estos tiempos.

En cuanto a las redes sociales, omitiré este párrafo e iré directamente al final: y demás bondades que lograrán desmentir todo esto, ya que contrarrestarán el sentir amargo que no lo endulza ni la fábrica de Nestlé.

No todo tiene que ser malo, que hoy sea un buen día para indignarse no significa que no se pueda encontrar el aspecto positivo que todo lado posee, ¿verdad? Tanto hoy como cualquier otro día ad eternum te brinda la posibilidad de entrenar y desarrollar tu paciencia.

No, ni de coña esto iba a tener un final tan alegre: "Buenos días", "Buenas tardes", "Buenas noches", le llamo de tal compañía para hacerle una oferta interesante...".

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