Somos el error de habernos cruzado con una persona equivocada que ayer era una y hoy es otra. Somos el infortunio del caos que nos gobierna desalentados por la mala fe de quien en un día lo pusimos todo a ciegas. Somos unos desconocidos en un destino que las juega de tal forma que lo que era blanco hoy es negro en luto con doble de campanas. Y así va esto. Nunca terminamos de conocer lo que la vida esconde como tampoco sabemos cómo sorprende según qué cosas de quien nunca las esperamos. La vida, te dicen, que se guarda un as en la manga y hace trampas con los naipes dándote bastos según qué días y a todas horas. Somos diana de nieve de dardos en la perplejidad mezquina del ser humano. Somos la palabra perdida que nunca se encuentra porque vale lo que tarda en esconderse. Somos un puñado de mentiras disimuladas para tapar otras más gordas que no son nuestras, pero que un día las compramos en un mercado persa y nos callamos hasta el día que el silencio deje de ser prudente para poner la historia en su sitio. Somos el vaivén de un columpio que se mueve por los hilos de una marioneta al dictado de lo nuevo que llega. Y todo lo que llega por la puerta de atrás sin permiso sale por la misma a empujones de la vida. Somos el hartazgo de las malas intenciones ajenas que nos rompen por dentro hasta que llegue el momento de que el boomerang de las injusticias se rebele en su impaciencia. Somos, somos y somos hasta que dejemos de ser el pim pam pum de un muñeco de nieve al que le caen bolas sin haber nevado jamás a nadie. Y lo mismo mañana es tarde y por eso somos hoy el sobre de una carta con una sonrisa rota que avisa que ya no... Somos...