Este poema es una reinterpretación de la canción "Señora" del ya fallecido cantautor gaditano Javier Krahe. Trata sobre la añoranza y el sufrimiento por una mujer ausente. El narrador expresa su deseo y nostalgia hacia ella, destacando su impacto en su vida y su búsqueda de consuelo en otros amores menos significativos. El poema captura la sombra que la presencia de esta mujer sigue proyectando en la vida del protagonista, al igual que lo hace la canción original de Javier Krahe.
Señora de mi memoria doliente,
que en mis pensamientos te añoro,
mi voz te invoca, melancólicamente,
símbolo de un amor que aún atesoro.
No encuentro en mi ser mi centro perdido,
sin el brillo del astro que un día lució,
en la sombra de tu ausencia, mi sentido,
se desvanece y mi alma se consumió.
Malvivo cautivo de penas pasadas,
morenas como el ébano de tu piel,
tu recuerdo me embriaga en mis jornadas,
melena y senos, símbolos de aquel.
Tu presencia, como un hechizo tejido,
de amante constante y oscura ternura,
mi cama reclama el abrazo perdido,
anhelando el retorno de nuestra aventura.
Herido en el olvido que persiste,
no encuentro consuelo, no siento alegría,
la ira me inspira, la pasión resiste,
y en la distancia, solo tu imagen me guía.
Mis males, tormentos de pesar,
me consumen, sin tregua me llevan,
con justo disgusto rompo tu retrato,
mas en mi corazón, tesoro te preservan.
Y mientras te canto en este desvelo,
busco consuelo en amores menores,
pero en mis sueños, en mis anhelos,
sigo contigo, aún en mis labores.
Señora de mis recuerdos añorados,
en cada verso, tu sombra se nombra,
en mi poesía, tus sueños enredados,
una historia de amor que nunca se descombra.