No importa fracasar, el fracaso forma parte de nuestro sistema de aprendizaje, aunque es algo que no nos enseñan en la escuela, que tenemos que aprender por nosotros mismos a lo largo de nuestra vida.
Y es mejor que lo aprendamos cuanto antes, porque el fracaso convive con nosotros formando parte de todos nuestros actos. Es inevitable fracasar, pero además es bueno, porque si no hemos fracasado nunca tampoco sabremos disfrutar de los éxitos.
Las historias de éxito están llenas de fracasos previos. Eso lo saben muy bien todas las personas que se dedican a la investigación científica, por ejemplo. Sin fracasos no hay avances, ni hay descubrimientos. Es más, las biografías de los grandes genios están plagadas de fracasos. ¡Cuántos ensayos fallidos antes de inventar la electricidad, el avión, la televisión, los ordenadores o los cohetes espaciales! Sin fracasos, no existen los éxitos.