
En la sombra del silencio,
el dolor se aloja,
me duele el alma,
susurra la congoja.
Lágrimas invisibles,
tristes gotas de sal,
deslizan por mi ser,
sin poder controlar.
El amor que se fue,
dejó huellas profundas,
el vacío dejó,
mi vida moribunda.
El eco de su adiós,
resuena en cada esquina,
y el viento me suspira,
la pena clandestina.
Me duele el alma,
se desgarra en susurros,
susurran los recuerdos,
el peso de los muros.
En medio del dolor,
surge la esperanza,
un destello de luz,
en la noche callada.
Sanaré las heridas,
tejeré nuevas tramas,
renacerá mi ser,
crecerán nuevas ramas.
Porque aunque duela el alma
jamás me rendiré
buscaré fortaleza
volveré a renacer.