Al contrario que la mayoría de la gente, yo tengo interés en reivindicar el fracaso como vehículo imprescindible para llegar al éxito. Fracasar no es malo, lo malo es dejarse abatir por el fracaso y no ser capaz de aprender de él.
Como escribió Unamuno en un magnífico soneto: "Toda vida a la postre es un fracaso”. Porque la vida es una sucesión de sueños que casi nunca se cumplen, o que si se cumplen es peor porque nos dejan sin ilusiones, sin metas que cumplir.
También lo dejó escrito el genial Oscar Wilde. Lo importante de verdad es tener siempre por delante metas que cumplir, mantener intacta la ilusión del primer día y no detenerse nunca ante los continuos fracasos que toda trayectoria conlleva.