Empezar la semana con un paseo en bici cuando el sol nos da en la cara y poder sentir ese calorcito en la piel, como sus rayos invisibles te van calentado poquito a poquito mientras se hacen paso sobre el aire frio típico de febrero, es un verdadero regalo de la naturaleza.
En este lugar me detengo, bajo de la bici, respiro profundo para llenar mis pulmones del olor a mar, extiendo los brazos, miro al cielo y digo "Gracias, Gracias, Gracias" .