Yo no llevo un diario desde hace 20 años como Carmen Posadas ni escribo en él dos líneas cada día. Yo intento, a veces infructuosamente, colar una entrada al mes en mi blog. Y hoy toca la de mayo (no me he ido a las Bermudas, sigo aquí con mis desventuras diarias, o debería decir mensuales).
Pienso en los “otros”, a los que Jean-Paul Sartre llamaba simplemente el infierno. Y es verdad. Si no existieran “los otros”, esos entes perversos, mezquinos, viles, envidiosos, en una palabra confundidos, a los que a veces no ves pero que existen, que murmullan a tus espaldas, piensan a tus espaldas, ríen a tus espaldas, y te maldicen a tus espaldas, si no existieran, pues la vida sería muy aburrida!
Pienso en mi destino, marcado por la presencia de esos “otros”, entidades que nunca alcanzaron a comprender nada de lo que me ocurría en realidad. Si no hubieran existido, hoy en día sería un pájaro libre, sin timideces ni tabúes, sin obsesiones ni miedos incomprensibles, con un sentido de la libertad natural y espontáneo y no el que tengo ahora, mezcla de insolente rebeldía y grotesca chulería.
Mientras existan los otros, eso será un infierno y yo te diría que contra eso luches, con lo que tengas a mano. Si no puedes hablar, escribe, si no te dejan reír o pensar, escribe, si no te dejan ser tú mismo, escribe, pero escribe ¡coño! como me dice un amigo y “…Pierrot, prête-moi ta plume …”
Puede que entonces a los “otros”, y al infierno de paso, ni los veas.
