Rama gracil del robusto arbol.
Hojas, de fulgor rellenas.
Cortesa de cariz ancestral.
Junto al místico ambiente, alusinan.
Al humanoide planeta.
Indomito , subyuga a este, a arrodillarse en la hierba.
Inclita soberanía, la arcana arboleda.
¿Fueron cuantos palpitos del tiempo, cuantificados, por sus lamentos?
Inanes ruegos viajaron en eco.
Se yergue, salta, en vilo llora.
Balancea su tristeza en las miriadas ramas.
A cada nuevo anclaje, traza añoranzas, entre el vacio de los fortalecedores asideros.
Vigoroso su cuerpo, cae estrepitoso. Virtuosa de pureza, su alma le espera.