En el plano más prosaico de nuestra vida profesional, el objetivo es la meta de nuestras aspiraciones, que si no se cumple nunca, nos causará una enorme frustración, una tragedia. Sin embargo, cuando se cumple, debe ser reemplazada inmediatamente por una nueva meta, un nuevo objetivo que nos permita seguir nuestro camino: la trayectoria que, jalonada de éxitos o de fracasos, es lo único que da sentido a nuestra vida profesional.
Antonio Machado dejó escrito: «Caminante, no hay camino, se hace camino al andar». Y ese pensamiento redunda también en la misma idea. El secreto está en caminar y no es imprescindible llegar a ninguna parte. Basta con ir cumpliendo metas y seguir caminando. Hay que entender el fracaso como un hecho cotidiano que se presenta muchas veces en nuestro camino, pero que no debe apartarnos nunca de él. Todo lo contrario, el fracaso, o los fracasos, son sólo metas obligadas en todo camino hacia el éxito.