Madre

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A raíz de un interesantísimo artículo publicado por nuestra querida compi @lamirada , que si no habéis leído os invito a hacerlo, ha surgido en mí la necesidad de contaros esta historia, que aunque no es igual, refleja una cruda realidad similar.

En su artículo, nuestra compañera nos habla de Joana, una chica que en su juventud queda embarazada de un señor "muchimillonario" y da a luz un hijo; del cual tiene que renunciar para que tenga una vida mejor. Después nos narra el desenlace de esta triste historia, el cual no voy a desvelar porque prefiero que lo leáis; es una pasada.

Hace unos veinte años, mi mejor amiga me comunicó que le gustaría tener un hijo. Yo por aquella época, ya había sido madre (muy joven) y comprendía bastante bien todo lo que conllevaba serlo. Así que siempre estuve ahí para ella cuando lo intentaba e intentaba sin descanso, pero sin éxito. Cinco años estuvo intentando, cinco largos años de pruebas, decepciones y muchos interrogantes. Hasta que un día, por fin me dió la noticia; estaba embarazada.

Comenzó a resplandecer toda ella de la ilusión tan grande que tenía. La recuerdo tan bonita, tan cariñosa, tan feliz... 

Dio a luz un hermoso niño que se convirtió en la luz de su vida. Lo amaba, cuidaba y mimaba hasta la locura, e incluso ya me comentaba el nombre del próximo hijo/hija que tuviera. Aprendía sobre la marcha, puesto que es muy duro el ser madre primeriza, no obstante siempre estaba dispuesta, con una fuerza interna titánica, a dar lo mejor de sí misma.

A los pocos meses, comenzó a tener desarreglos y malestares, que se fueron intensificando conforme pasaba el tiempo. Los doctores no conseguían dar con la tecla de lo que ocurría. Perdió muchísimo peso, no se encontraba nada bien, sin embargo nada de eso le arrebató la sonrisa.

Al año y medio del nacimiento de su hijo le diagnosticaron leucemia. A mi, personalmente, el mundo se me vino a abajo porque era como mi hermana; teníamos fotos juntas hasta en la cuna. Ella, al darme la noticia, puesto que enmudecí, me dijo: 

—Te necesito fuerte, Oly. 

Y no hubo más que hablar. Oly, se convirtió en el faro más fuerte y persistente de la tierra. Hubiese hecho por ella lo que fuera y si me pedía fortaleza, sin duda se la iba a dar. 

El pronóstico al principio no era tan malo, era un tipo de leucemia bastante leve en el cual solo perecía 1 entre un millón. Aún así el sufrimiento no había quien se lo quitara, lamentablemente.

Se vió confinada en un cuarto de hospital, separada de su hijo, con quimioterapia que cambió todo su cuerpo y la hacía sentirse mal. Sin embargo, ni aún así, perdió su gran fortaleza y sus ganas de luchar; por su hijo, por su marido, por su familia y tod@s l@s que la queríamos.

La enfermedad se fue complicando cada vez más, hasta el punto de necesitar un transplante de médula y los inconvenientes que podía traer ese procedimiento.

Mientras tanto, yo leía los mensajitos  que me enviaba (porque no podía verla) en los que me confesaba sus miedos en secreto. No puedo evitar que las lagrimas acudan a mis ojos recordando aquello, por que jamás he podido perder la sensación de impotencia que tenía ante esa injusticia. 

Lo que temíamos ocurrió, y de ese millón que se salvaba, le tocó el uno a ella. 

La enfermedad venció, y dejó a su hijo, su marido, familia y amig@s desolad@s. Yo lloraba de pura tristeza mezclada con rabia. Y me preguntaba: "—¿Porqué?", una y otra vez.

Le costó muchísimo ser madre, tenía un corazón increíble, con una fuerza, una empatía, unas ganas de luchar, terribles... ¿Porqué tuvo que pasar por el dolor de tener que dejar a su hijo en este mundo sin haberlo visto crecer? 

Aunque supongo que dar la vida por aquello que amas, es el acto más heroico que se puede hacer; puesto que no se pudo atisbar en ella ni una mínima sombra de arrepentimiento.

En mi duelo, mi hermano me hizo una pregunta; ¿preferirías no haberla conocido de haber sabido el final? Y contesté que ni por todo el oro del mundo. Que prefería pasar por ese dolor antes que no haber vivido todo lo que viví con ella. Para mí es una suerte, aunque perderla fuera una desgracia. Y no lo sustituyo con nada.

La admiro y la quiero muchísimo, la echo de menos como solo Dios sabe. Y ojalá que perdone que no pudiera hacer más por ella, porque la realidad es que nunca me pareció suficiente.

A pesar de todo, cuando miro a su hijo, veo el reflejo de su amor, en él. Así que sé, que nunca nos abandonará, sé que jamás lo haría y también sé, que donde quiera que vaya, su corazón rebosará con todo lo que no pudimos darle, pero que permanece en nosotros; así como la huella imborrable que dejó en nuestros corazones.

Amiga mía, si de alguna manera puedes leer esto, sé que estarías muy orgullosa del legado que has dejado, y tu niño, está bien y feliz, recordando a su mamá a través de nuestros ojos.

¿Se está alguna vez realmente preparado para ser madre o padre? ¿No sería terriblemente doloroso el verte forzado a tener que dejar a tu hij@? 

Yo, al pensarlo, sé que daría mi vida sin pensarlo por la mía, pero la terrible pena de verme privada de verla crecer, superarse y darle todo el amor que llevo dentro, no me la quitaría nadie.

Mil gracias queridos compañeros y amig@s que visitáis mi página. ❤️

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