Era una mañana fría y lluviosa, y Ana se encontraba en su casa, sentada en su escritorio, mirando por la ventana. El sonido de la lluvia golpeando el cristal de la ventana era lo único que podía escuchar. De repente, recordó que su abuela le había prometido una caja con todas las cartas que le había escrito a lo largo de su vida.
Ana había perdido a su abuela unos meses antes y no había podido despedirse de ella debido a la distancia. La idea de leer las cartas de su abuela la reconfortaba y la ayudaría a sentirse más cerca de ella.
Con el corazón acelerado, Ana se dirigió a la casa de su abuela para buscar la caja de cartas. Al llegar allí, encontró la caja en el armario y rápidamente la abrió. En su interior, había decenas de sobres con la letra de su abuela cuidadosamente escrita en ellos.
Ana comenzó a leer las cartas, y poco a poco, se fue adentrando en la vida de su abuela. Cada carta era como un tesoro que contenía historias de amor, de amistad, de viajes, de la vida cotidiana.
Pero había una carta en particular que llamó la atención de Ana. Era la última carta que su abuela había escrito antes de morir. Ana abrió el sobre y comenzó a leer.
"Mi querida Ana, si estás leyendo esto es porque ya no estoy contigo. No hay nada más que desee en este momento que poder abrazarte y decirte cuánto te quiero. Sé que nunca podré hacerlo en persona, pero quiero que sepas que estaré contigo siempre, en tu corazón y en tus recuerdos.
Recuerda que la vida es corta, pero siempre hay tiempo para hacer lo que amas. Aprovecha cada momento y nunca dejes de buscar la felicidad. Te amo, mi querida Ana".