A medida que las comunidades indígenas se asentaron junto a los ríos del Amazonas, los delfines de río comenzaron a vivir más cerca de las poblaciones humanas, e incluso a alimentarse de los restos de su comida.
Durante siglos, los frecuentes avistamientos de delfines han conducido a cuentos como el del boto encantado, que narra que estos delfines rosados son la reencarnación de grandes guerreros indígenas que por la envidia de los dioses fueron condenados a vivir en las aguas de la Amazonia. También que cuando los hombres de las tribus se hallan celebrando durante el mes de junio sus fiestas natalicias, estos delfines aprovechan para adoptar su forma humana y seducir a sus mujeres.
