Sí, la verdad era que necesitaba el dinero para pagar el alquiler por eso decidí alquilar una de la habitaciones que no utilizaba del piso. En un primer momento la chica me pareció bastante normal e incluso simpática, pero con el paso de los días la cosa cambio. Se pasaba el día entero encerrada en la habitación y por la noche comenzaba el martirio, por lo menos el mío. Después de la media noche daba vueltas por la casa sin parar, arrastrando lo pies como si llevara cadenas. Yo dejaba la puerta abierta de mi cuarto y la veía pasar una y otra vez, pero lo más tenebroso era cuando se detenía delante de mi puerta y me miraba fijamente en medio de la oscuridad durante más de diez minutos. Llevaba tan solo una semana en mi casa y ya no aguantaba más, así que decidí hablar con ella para que se fuera. Empecé a tocar en la puerta de su habitación para que me abriera y no recibí respuesta alguna. Sabía que estaba dentro, pero ¿por qué no abría? Fui en busca de la llave de repuesto y abrí. Dentro estaba todo oscuro y para mi asombro todo tal cual yo lo deje el día que ella llegó. Parecía que nadie había estado allí, pero yo sabía que sí. ¿Habría salido sin que yo me diera cuenta? Pero ¿cuándo? Entre para abrir la ventana y que entrara un poco de sol en el cuarto y sentí la incomodidad de que alguien te mira desde un apartado rincón. La puerta se cerró de golpe y una voz aterradora me dijo:Esta ha sido y siempre será mi casa.