La herencia social del videojuego. Aquellos MARAVILLOSOS AÑOS

Original
This post's author has indicated that the content is his/her own.
Post image :

Escribo nuevamente una entrada de esta sección en la que cuento anécdotas sobre hechos concretos que me han pasado en mi vida y que están relacionados con videojuegos, pero a diferencia del resto de entradas, más que centrarme en un momento específico, lo que voy a contar hoy es más bien un periodo de mi infancia y de mi abuelo.

"¿Pero que tendrá tu abuelo que ver con los videojuegos?" os estaréis preguntando. Pues lo tiene que ver todo, pues mi abuelo fue el primer integrante de la familia en comprarse una consola, en este caso, una Nintendo. Si bien es cierto que yo previamente había tenido un fantabuloso Spectrum, no fue hasta que mi abuelo se compró la consola que pude probar por primera vez como era jugar con un mando. Mis amigos se quedaban extrañados cuando descubrían que mi padre era tan viciado como yo, pero lo que no se creían era que mi abuelo ya jubilado se tiraba todo el día dándole al vicio.

Mi abuelo no era un amante de la tecnología, es más, debido a una dura posguerra y una vida de pocas oportunidades yo diría que era más bien una persona simple. En aquellos años de miseria después de la guerra se ganaba la vida haciendo malabares en parques y calles para entretener y conseguir que algún transeúnte le diera alguna moneda. Más tarde empezó a trabajar de pintor y fue a lo que se dedicó por el resto de su vida. Él podía ser una persona simple, o quizá discreta, pero la realidad es que no tenía maldad y le gustaba seguir su propio camino y no dejarse llevar por los comportamientos sociales de su época; no era un hombre de bares y se casó con mi abuela, una mujer mayor que él la cual tenía una hija de una relación anterior, situación que por aquellos años se veía como un fracaso y una vergüenza, hecho que mi abuelo obvió.

A lo que quiero llegar es que tal vez, por ser el tipo de persona que era, mi abuelo ni corto ni perezoso se compró una Nintendo sorprendiendo a toda la familia, pues la concepción que la sociedad tenía a finales de los 80 y primeros de los 90 sobre los videojuegos era que son cosas de niños.

A partir de ahí os podéis imaginar, los nietos nos volvíamos locos por ir a casa de los abuelos para poder jugar con la consola, pero lo gracioso fue que mi padre y mis tíos, gracias al ejemplo de mi abuelo, se aventuraron a jugar a la consola por primera vez comprendiendo y rompiendo así el tópico de que los juegos eran cosas de niños. Los fines de semana que íbamos a casa de mis abuelos, nos lo pasábamos rulando el mando entre toda la familia. Era todo un evento familiar.

Sobra decir que a raiz de que mi abuelo se comprara la consola, mi padre me regaló una Nasa (consola pirata de Nintendo que molaba mogollón) y de ahí nació nuestro vínculo con los videojuegos.

Con los años, mi abuelo se agenció más de una treintena de títulos de Nintendo y cuando se cansó de ellos se compró una Nintendo 64 y una docena de juegos. Él fue capaz de pasarse varios títulos de la Nintendo, pero llegado a una edad, se empezó a centrar más en los juegos de puzles. Alguna vez jugaba al Super Smash Bros, pero hubo dos juegos en especifíco a los que jugó más en esta última etapa; el Tetris y The Legend of Zelda: Ocarina of Time. En el caso del Zelda, lo que le encantaba era ir al lagoHylia y pasarse las tardes pescando por el simple placer de hacerlo. No tenía por objetivo pasarse el juego, simplemente le gustaba montar a Epona, pasear por Hyrule, ver sus escenarios y pescar. De vez en cuando los nietos le borrábamos la partida, pero él nunca se cabreaba y pacientemente volvía a empezar otra vez el juego hasta poder ir a pescar y disfrutar.

Lamentablemente, su hora llegó después de seis años padeciendo un cáncer que hizo metástasis y afecto a intestinos, pulmones e hígado. Cerca de su final, mi abuelo seguía jugando principalmente al Tetris de la N64 y cuando era ingresado en el hospital lo echaba en falta, así que le compramos una consola portátil pero su cansada vista no era capaz de ver la pequeña pantalla del aparato. Cuando la enfermedad se aseveró lo suficiente como para que le afectara a la cabeza, empezó a revivir recuerdos de su adolescencia y juventud y empezó a olvidarse de casi todos los demás, aunque tenía momentos de lucidez en los que nos recordaba a todos. En sus peores achaques, miraba al vacío y cuando le preguntabas que a qué miraba, él contestaba que estaba jugando al Tetris. Su muerte fue triste, como la de cualquier persona y hay que aceptarla como viene. 

La historia de hoy no es una anécdota divertida como las anteriores que he contado, pero es probablemente la más importante que os podría relatar, pues estoy convencido que gracias a mi abuelo a mí me gustan tanto los videojuegos, tal vez hasta el punto de llegar a escribir sobre ellos en el blog y soy como soy en parte gracias a mis gustos y aficiones que heredé socialmente de él.

Ahora que soy padre, algunos compañeros de trabajo me dicen que debería de dejar de jugar a la consola para no dar un mal ejemplo a mi hijo y echando la mirada atrás veo una infancia en la que toda la familia nos divertíamos alrededor de la consola, donde no había diversión fingida y en la que mi abuelo y mi padre compartían verdaderamente mi afición tratándome como a un igual y no como a un niño. Por ello, cuando me dicen eso no me queda otra que contestarles: "Mi abuelo empezó a jugar a los 58 años, todavía estás a tiempo de compartir momentos inolvidables con vuestros hijos y nietos como hizo él"

Si os ha gustado este artículo, dejad un like, un comentario y registraros en MAMBY ^_^

If you liked my content sign up to support me and stay updated

6
videojuegos
nintendo
anecdota
nostalgia
Donate
2.41€
Activate your creator plan and start monetizing like this post
Cheer up, leave your comment