Cada noche, el grillo se sentaba junto a la amapola y le cantaba al oído. Ella cerraba sus pétalos y se dejaba mecer por la dulce música del grillo. A veces, incluso le contaba historias de su vida como grillo, de sus aventuras y desventuras en el jardín.
La amapola siempre escuchaba con atención, riéndose y sonriendo ante las anécdotas del grillo. Aunque sabía que su tiempo juntos era limitado, se sentía agradecida por tener al grillo a su lado.
Pero una noche, mientras el grillo cantaba como siempre, la amapola se dio cuenta de que algo estaba diferente. Sus pétalos ya no eran tan rojos y vibrantes como antes y su cuerpo comenzaba a debilitarse.
El grillo se dio cuenta también y, con el corazón roto, le dijo adiós a la amapola. Ella le sonrió y le dijo que nunca olvidaría su amor y su música, y que siempre estaría con él en su corazón.
Y así, cuando la amapola murió, el grillo cantó su canción más triste y dolorosa, recordando a su amada amapola para siempre:
"Canto en el jardín
a la luz de la luna
mi amada amapola
mi corazón se deshace
Eras tan hermosa
con tus pétalos rojos
y tu aroma dulce
mi vida sin ti
ya no tiene sentido
Te llevaré siempre
en mi corazón
mi querida amapola
nuestro amor siempre será eterno
Aunque tu cuerpo se haya ido
tu espíritu siempre estará
aquí cantaré por t
i mi amada amapola
por siempre te amaré"
Pasó un año y el grillo cantaba cada vez menos y estaba mas triste. El grillo pensaba en abandonar el jardín para siempre, salir a la carretera y dejar que alguien le pisara un coche ,una moto, una persona a sus hermanos grillos, Ya les había pasado alguna vez, pero aguantó en el jardín recordando a su amor. Un buen día de verano, al despertarse temprano, vio que el jardín estaba lleno de amapolas y que también había otro tipo de flores. Aunque no olvidó a su flor, su primer amor, el grillo se sintió lleno de vida y volvió a entonar feliz sus melodías.
El grillo saltaba de una flor a otra, cantando a pleno pulmón. El jardín estaba lleno de vida y color con todas las flores silvestres que habían brotado. Aunque todavía extrañaba a su amada amapola, el grillo se sentía vivo y lleno de alegría al ver todas las bellezas que le rodeaban.
Y entre todas esas flores, el grillo vio a una pequeña amapola que parecía mirarle con sus ojos dulces. Era como si la vida le estuviera dando una segunda oportunidad de amar.