La locura de los días cuerdos, que siempre estuve dispuesto a vivir, te la juega de vez en cuando porque no es fácil marcharse de donde uno se quiere quedar. Las paradojas de la vida hicieron que dejara pasar oportunidades únicas por mi puerta y esquivara a Cupido no sé cuántas para no entregar mi suerte en sitios equivocados a sabiendas de que nunca me salvarían. Y el destino la hace cuando menos la esperas entregando tus días al lugar correcto en el momento equivocado. No es fácil bajar del columpio de tu vida en el que sabes que la cuerda se rompe en cualquier momento por el lado de siempre y te quedas en el suelo de las cosas que jamás se olvidan. No es fácil decir "hasta pronto" a lo que estaba escondido y llegó tarde ahora que habías agarrado de la mano a quien no quieres que se marche. Nunca me gustaron las despedidas y más cuando nunca deseas que lleguen, pero si nunca más me vuelves a ver en esta vida, y nos cruzamos en otra tienes que saber que, aunque ya no seamos los mismos, yo estuve dibujando todas las horas para volver a soñar. Quien sabe, lo mismo me temblará incómoda la voz al verme recordando que pasó de todo mientras tú hagas como si nada hubiese ocurrido. Si nos volvemos a cruzar, debes saber que todo quedó en un lugar pendiente del pasado dispuesto a ser vivido. Y si no me vuelves a ver más, será que tú seguiste a tus cosas porque en diez vidas, cien mundos y mil años... Jamás te voy a olvidar 💖