Hoy me han enviado un video por whatssap, donde un hombre serio y con gafas, contaba de una forma muy culta, como nos manipula la prensa, la radio, la música, el futbol y sobre todo los realetes de la televisión.
Hace unos tres años zanjé de no ver la televisión.
Primero fue por el consumismo explosivo que duraba los anuncios. Un marketing por excelencia, porque realmente te convencían de cada producto y marca. Cada cual la mejor.
Pero si que es verdad, que cuanto más tiempo lo pensaba, ya no eran los anuncios. Me di cuenta que las noticias, según que canal hablaban de su singularidad dictadura delineada no por los directores de la televisión, sino más allá: La política. Como el fútbol; porque ya no es fútbol, ahora es también política.
En ese video, de ese señor tan formal, explicaba como la comunicación televisiva nos hace ver las sátiras, las envidias y líos de famosos sea algo cuotidiano. El sexo algo normal de chicos cada vez más jóvenes y manipulados. No generalizo.
Ligar en televisión, conocer una persona, mientras tienes a tu pareja a tres metros de ti.
Poner quince personajes en una casa o isla para ver en que momento hay disputas. Y el morbo de ellas.
Claro que hay personas que les gustará esos programas, y es respetable, pero claro está, que no lo comparto.
Decía alguien: Nos hemos ido de la libertad al libertinaje.
Bueno, hay concursos. Donde van gente a responder preguntas.
Lo miré por internet un programa para ver como eran. De diez preguntas que hizo el presentador, siete eran de preguntas de la sociedad de personajes famosos. Solo tres de cultura en general.
¿Habremos llegado a saber más de cotilleos de famosos que de saber, por ejemplo, de donde viene la historia de matemáticas? ¿O de donde nació Leonardo Da Vinci?
¿En serio?
Aun me queda fe en la humanidad. Pero viendo los jóvenes de ahora ya empiezo dudar. Aclaro, otra vez, no todos.
Pero nunca llegué a pensar que daría las gracias a las nuevas tecnologías de las plataformas, donde puedo elegir poder lo que yo quiera sin que nadie me intervenga, y me díctame lo que “ellos” quieren que vea para hacerme una especie de régimen de cerebro vacío.
Una amiga me ha dicho el resumen: Marionetas.
Y sí, toda la razón del mundo.
Seamos más perspicaces; que noten que nosotros, por lo menos nuestra generación tenemos nuestros principios de criterio. Nuestra personalidad. Que nosotros decidimos lo que compramos y no los anuncios.
Seamos de una vez, ser como queremos ser, sin prejuicios. Sin dictaduras envueltas de cortinas de humo. Ya toca alzar y apagar la caja tonta.
Ahora decidimos nosotros.