Bienvenidos a una nueva partecita de mí... microrelatos con un poco de realidad y un poco de ficción, ya es cuestión de vosotros disfrutarlo.
Hablemos de Amor
El amor es un sentimiento que todos sabemos, o eso creemos. Lo importante del amor, es lo que sientes, no lo que es. Toda niña en su infancia sueña con sentirlo, tal y como nos han enseñado en las películas de Disney o los típicos Cuentos de Hadas con besos, rosas, príncipes azules. Y la verdad es que no, no es así de fácil y por ello vengo a contar mi historia.
Todo empezó cuando estaba en el instituto y se empieza a esparcir un rumor, de un nuevo chico llegando al instituto. Recuerdo, que lo exótico era que tenía apellido italiano, y ya eso a muchas nos derretía, en pocas palabras, nos imaginábamos a un modelo italiano. En mi caso, intenté no darle importancia, a pesar que mis amigas estaban siempre hablando de eso. Yo la verdad no estaba pendiente de esos cotilleos de pasillo, pero debo admitir que cuando lo ví, me derretí…
La primera vez que lo ví, yo estaba con una de mis amigas, Verónica, y recuerdo que ella lo vio y me cogió el brazo tan fuerte que pensé por un momento que se me caería. Yo al verlo intenté mantener la compostura y no darle importancia, pero mi cuerpo internamente quería gritar, mi corazón latía fuerte y por primera vez sentía algo más en mi corazón, nervios, y las mariposas en el estómago…
Este chico entró con un físico que era para comérselo, con unos brazos tan grandes que en lo único que podía pensar era en que me abrazaran siempre. Y sí, el italiano lo llevaba en el apellido y en todo el físico. Su pelo era negro oscuro como la noche, pero tan sedoso que podría pasarme todo el día entrelazando mis dedos en él. Debo admitir que no era tan alto, pero para mí era el chico perfecto. Hablemos del fantástico olor de este chico, todas se derretían con él, yo incluida. Su olor era como todo hombre con un perfume, que recuerdo perfectamente, “212 de Carolina Herrera”. Se hacía notar cada vez que pasaba por los pasillos. Una sonrisa, que en un futuro le empezaba a decir que tenía una Sonrisa digna de Colgate, era perfecta. El chico se hacía notar, pero con todo el mundo, con sus amigos, amigas, enamoradas e incluso profesores, porque se metía en cada lío que podía. En resumen, era todo el prototipo de chico BadBoy que nos encantaba a cada adolescente y sobre todo cuando estamos en esa etapa que las hormonas están a flor de piel.
Estábamos en la época más importante de Facebook. Era el sitio para la popularidad y ser conocida, en pocas palabras, si no tenías un perfil, no eras nadie. Así que sí, aquí fue donde conocí a Julio, este chico italiano que me cautivó a mí y a muchas. Obviamente, mi manera de ligar ni coquetear no fue directa ni rápida, ya que yo desde siempre he sido muy tímida y si no fuera por la confianza que me dio mi madre en ese momento, no le hubiera hablado.
Mi madre, mi mejor amiga y la más leal de todas. Mi madre siempre fue cercana a mí en mis líos amorosos y en todo mi crecimiento. Así que sí, ella es la que se sentó conmigo una tarde y empezamos a stalkear a este Dios Italiano, que para mí lo era, y cogí la confianza y el valor no se de donde, pero escribí un comentario en una de sus fotos y al poco tiempo, recibí un comentario de él en una de mis fotos. Mi felicidad era incomparable, o sea grité en el momento de recibir esa notificación. Para mí, ya eso era más que suficiente, porque Julio era muy solicitado y como ya os he dicho, era la sensación del momento y los cotilleos de pasillos corren a la velocidad de la luz para llegar a cada uno de nosotros, y yo no fui la excepción. Yo sabía que él tenía muchas admiradoras y con alguna incluso ya era algo más, por ello mi intención era hacerme ilusiones cero, porque iba a salir perdiendo y sí pasó, pero eso va para más adelante.