Cierro el libro después de releerlo por cuarta vez.
Una lágrima se desliza por mi mejilla al imaginar cómo sería que él estuviese a mi lado en estos instantes, abrazándome para calmar el fuego que arrasa mi interior.
Dios, me siento tan ridícula al llorar por alguien que está escrito con tinta en una hoja de papel...
Cualquiera me llamaría loca si supiese que estoy enamorada de alguien que no existe, pero al fin y al cabo ninguno de ellos podrían llegar a hacerme sentir ni la mitad de lo que me hace sentir él a pesar de no ser real.