Este poema es una adaptación libérrima de la canción "Aunque es de noche" de Enrique Morente, quien a su vez se inspiró en un poema del célebre escritor místico español, San Juan de la Cruz. Ambos poemas tratan sobre la búsqueda espiritual y la unión con lo divino.
En la canción original de Enrique Morente, se explora la experiencia de una búsqueda espiritual en la oscuridad de la noche, donde se siente un fuego interno y un anhelo por algo más profundo que no puede ser satisfecho por las cosas materiales. Se habla de la guía y la protección divina en ese camino, así como el deseo de refugiarse en el amor y la compasión del pastor divino.
El poema original de San Juan de la Cruz también se adentra en la noche como una metáfora de las dificultades y oscuridades de la vida humana, pero a la vez como un espacio propicio para el encuentro con lo divino. Se describe una búsqueda apasionada y el deseo de unión íntima con Dios, a pesar de los obstáculos y las incertidumbres.
Este poema adaptado recoge la esencia de ambos escritos, abordando la temática de la búsqueda espiritual y la unión con lo divino, explorando conceptos profundos.
En la noche más profunda
En la noche más profunda, en busca del alma serena,
surge mi ser, sediento, en la senda oscura y plena.
Aliento que consume, nunca desampara,
anhelando el encuentro, con lo divino, el alma clara.
En el abismo de dudas, arde el fuego eterno,
un susurro sagrado, guía mi andar sin invierno.
La escala del misterio, entre sombras disfrazada,
me eleva a las alturas, donde el amor nunca se cansa.
Como pétalos de luna, el corazón se despliega,
herido por caridad, el amor eterno me sosiega.
Aunque los temores asalten, no temo ser visto,
en tu sangre me escondo, mi ser bendecido y resisto.
El buen pastor me guía, con pasos delicados y sutiles,
en el umbral del éxtasis, nuestros lazos inaudibles.
Dejo atrás las penumbras, me sumerjo en tu abrazo,
donde el tiempo desaparece, en el gozo más escaso.
En la melodía del viento, encuentro tu voz susurrante,
resonando en lo más hondo, iluminas mi adiós constante.
Cada estrofa revela secretos de eternidad,
la poesía del alma, un canto sin finalidad.
Un universo interno, en cada verso palpita,
metáforas danzan, en armonía infinita.
El vuelo de las águilas, símbolo de libertad,
se fusiona en mi ser, con divina intensidad.
La búsqueda se convierte en danza, danza sin pausa,
mi ser se funde con lo eterno, en un arrullo sin causa.
Y en cada verso, encuentro el eco del misterio,
la unión con lo divino, en un abrazo sincero.
Así transcurre mi anhelo, en poesía trascendente,
donde el lenguaje se eleva, en formas transparentes.
En la búsqueda eterna, en la noche más profunda,
encuentro la unión con lo divino, en cada rima fecunda.