El sexo vende 2.0

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No, no vengo a hablaros de sexo de un modo vulgar ni a colgar fotografías para monetizar. Esta es la segunda parte de El sexo vende en la que hablo de una película con contenido sexual aunque de gran calidad. En esta ocasión os hablaré de El Imperio de los sentidos película dirigida por Nagisa Oshima en 1976.

  "Mi placer radica en darte placer a ti y obedecer todos tus deseos"

  (Kichi a Abe Sada en una escena  de El imperio de los sentidos)

Perteneciente a la "nueva ola" del cine japonés que surgió a finales de los años 50 paralelamente a las corrientes del Free Cinema británico y de la Nouvelle Vague francesa, Nagisa Oshima es una de las figuras más destacadas —junto con Shohei Imamura y Hiroshi Teshigahara— de dicho movimiento, caracterizado por la toma de conciencia con la situación de posguerra en que transcurrió la infancia de estos cineastas.

Su adolescencia en una sociedad que padeció la humillación nacional les impulsó a luchar en pos de unos principios de autoafirmación y a asentar un espíritu de oposición a la sumisión que para Japón supuso la firma del armisticio. En consecuencia, el nuevo cine japonés quedó marcado por una voluntad de transgresión que, en el caso de Oshima, cristalizó en su obsesión por el sexo y la violencia como medios de protesta. Como resultado de todo ese ideario cultural, Oshima rodó, en 1976, El imperio de los sentidos, polémica película que narra la destructiva historia de amor que se establece entre dos amantes. La búsqueda de un realismo sexual a través de secuencias explícitamente pornográficas provocó que la cinta fuese prohibida por la censura en algunos países incluido Japón, donde no pudo ser exhibida hasta el año 2001.

Ciertamente son escasos los ejemplos de un cine erótico de calidad, pero todavía lo son más en el terreno de la pornografía dado que se trata de un género limitado de por sí a la presencia de temas, contenidos o argumentos abiertos a cualquier tipo de exploración intelectual. Esta obra maestra de Nagisa Oshima constituye prácticamente la única prueba fehaciente de las cualidades analíticas que esta clase de cine es capaz de ofrecer.

Partiendo de un nivel de lectura claramente freudiano, El imperio de los sentidos se apoya sobre los presupuestos de una pasión sexual narrada sin ningún tipo de inhibiciones con el fin de realizar un estudio sobre los impulsos de Eros (amor) y Thánatos (muerte). Los protagonistas, la sirvienta/prostituta Abe Sada (Eiko Matsuda) y su amo Kichi (Tatsuya Fuji), sobrepasan los límites de las relaciones sexuales ordinarias para adentrarse en una progresiva espiral de conocimiento carnal y en la fusión física de dos cuerpos que degenerará en una sumisión mutua y ajena a cualquier regla de orden moral.

Dos años después de El imperio de los sentidos, Nagisa Oshima reincidiría en las temáticas del sexo y la muerte en otra gran película, El imperio de la pasión (1978), con la que el cineasta nipón se alzaría triunfalmente con la Palma de Oro al Mejor Director en el Festival de Cannes. Mucho menos escandalosa que su predecesora, esta segunda parte del díptico de Oshima no hallaría las dificultades de exhibición que han hecho de El imperio de los sentidos una película más popular por la controversia causada que por sus incuestionables virtudes cinematográficas.

Aquí os dejo el trailer:

¿La habéis visto?

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