Era noche cerrada, el manto de las sombras cubrían la hostería, casi todos los huéspedes se habían retirado a sus aposentos, sólo silencio y calma. De pronto un grito desgarrador rompe la noche callada, se abren todas las ventanas; afuera : la nada. Sola, altiva y majestuosa, arriba en una loma, la silueta de un lobo, grande, fuerte de larga cola, con la cabeza alzada su aullido vencedor, puede oírse en toda la comarca.