Hablaba de sentimientos con mi musa. La conversación
empezó bien. Claro está que los sentimientos es una palabra
muy global, donde puede llevar a muchas ramas de
significados.
Empezamos sobre el tema de la relación de dos personas,
donde la conexión cósmica insiste cuando es aquella media
mitad que llegas a buscar muchos años y de repente de la nada
aparece. Sin planearlo.
Un día cualquiera se abre como las puertas de ese tren al cual
estabas años en aquella estación, viendo subir y bajar a
personas, con las cuales pensabas que él o ella era tú último
pasajero para subir a ese tren llamado vida, pero el billete solía
ser erróneo.
No sé cómo pasa, pero admito que sucede. De repente se abre
un tercer ojo, el hilo rojo como se dice en una leyenda
japonesa. El hilo rojo que une al dedo meñique al otro ser en
su también dedo meñique.
Ese color rojo a mí se me volvió color lila… Noté ese cambio de
color cuando aquella conexión cósmica se infiltró en mi ser.
Porque cuando hablaba con mi musa, seguíamos nuestros
diálogos como un pentagrama de una partitura con anotaciones
musicales, cuyos símbolos de musica lirica indicaban las
melodías, ritmos y acordes de una pieza que sin conocerla la
sabíamos.
Es cuando vi, que aquel tren venía aquel pasajero llamado
musa, hilo lila… aquel viajero que va en primera clase.
Que cuando se abre la puerta del vagón ves su brazo
deslizando por fuera y su mano cogiéndome tan rápido, que ni
los segundos del reloj que hay en la estación, ni le da tiempo a
seguir impulsado por el tiempo.
Llámalo amistad, pasión, comprensión, lealtad, perversidad,
risa y nostalgia divina. Orgasmo repetitivo, pensamientos
compulsivos, amor penetrante y abstracto…
Para mí, mi hilo lila, mi conexión cósmica.
Mi Adán, donde le ofrezco mi otra mitad de mi manzana, y que
me destierren si quieren para siempre del paraíso, junto a él.
Porque él es mi musa.
¿Y quién quiere un paraíso, teniendo al lado la inspiración echa
carne?
El Vendrell a 16 de enero 2023