Me arrodillo
ante tu cuerpo
que fue mi morada un día,
y me quedo mudo
al verte silenciosa y abatida.
Me asombro tanto que mi viejo báculo,
ahora despojado de tu ausencia,
plañe plañidos del alma
desgarrada y quejumbrosa
con un pensamiento próximo
a la muerte.
Y me abstraigo de pensar peor
de lo que pienso,
pues pienso mal
ante ti de tu muerte.
Y me derrumbo
cual soldado en la batalla,
cruda realidad de no poseerte.
Presagios de dolor
tiñen mi vida ahora,
y no atino a saber
que pasará con mi mente.
Pues ido quedo
al mirarte y no poder
tocarte,espantosa realidad
que ausente me evade
del más allá,
de perderte.
José Pedro