
Hace muchos, muchos años, en un monasterio chino vivía un aspirante a monje con muchos deseos de aprender. Un día, su maestro le dijo que iban a comenzar a viajar por el país.
El candidato, muy ilusionado, se preparó para ello. Estuvieron andando unos cuantos días y finalmente llegaron a un pueblo donde vivía una familia muy humilde. Les pidieron alojamiento y comida y la humilde familia les acogió y compartieron con ellos lo que tenían. El aspirante a monje les preguntó que cómo subsistían.
Pues…tenemos una vaca. – dijo el cabeza de familia.
El aspirante le miró con interrogación y el hombre añadió.
La vaca nos da todo lo que necesitamos, nos da leche, nos da queso que luego cambiamos por otra comida, y ya está.
Por la noche, el monje le dijo al aspirante.
Ahora, cuando estén dormidos, tira la vaca por el barranco.
Pero…¿cómo voy a hacer esto? – contestó asombrado el aspirante.- ¡La vaca es lo único que tienen y es su sustento!
El monje no dijo nada, se dio la vuelta y se fue.
El candidato estuvo mucho tiempo pensando qué debía hacer y, como respetaba mucho a su maestro, fue a buscar a la vaca y la espantó para que se fuera. Luego le entró tanta culpabilidad que se fue y no volvió al monasterio. Pasó días viajando y pensando en la pobre familia que se había quedado sin su sustento principal. Siguió viajando y pensando y decidió trabajar y ahorrar para algún día comprarles una vaca. Se sentía muy culpable.
Al cabo de unos años, después de trabajar duramente y reunir el dinero para comprar la vaca, el aspirante volvió al pueblo. Se acercó a donde estaba la humilde casa y vio un coqueto hotel, rodeado de un gran huerto, un lago y patos nadando en él. Se acercó al hombre que estaba sentado en la entrada y preguntó.
Perdone, ¿aquí vivía una familia muy humilde que hace unos años tenían una vaca?
El hombre le miro y dijo.
Si, si, somos nosotros.
El aspirante lo miró y dijo.
Pero… ¿cómo han prosperado tanto?
Pues mire, un día, la vaca de la que vivíamos desapareció. Al principio nos preocupamos mucho, ¿de qué íbamos a vivir? y entonces tuvimos que pensar. Vimos que nuestra tierra era muy buena para plantar verduras, y pusimos un huerto que floreció y dio frutos enseguida. Con las verduras hicimos intercambio por otros alimentos, y el resto las vendimos. Con el dinero que ganamos compramos algo de ganado, y lo vendíamos, y con ese dinero pudimos ampliar la casa y alquilar habitaciones… y ya ve, ahora tenemos el único hotel de la ciudad.
y tú... Alguna vez has tirado la vaca por el barranco? Yo si