
Me siento a mirar la otra orilla a lo lejos, observo su reflejo difuminado en el agua y me pregunto como será ver esta orilla en la que me encuentro desde allí, que me encontraré si decido cruzar el puente que las separa. Como mínimo una vista diferente y quien sabe si caminos nuevos que me llevarán a descubrir nuevos paisajes, y además, hay un puente que me invita a ello, así es que ¡crucemos a la otra orilla!
No nos quedemos en nuestras orillas, en nuestras seguridades, en nuestros logros, arriesguemonos a cruzar a otras, a descubrir nuevos caminos, nuevas oportunidades y avanzar.