Crónica de Haroldo: Los Misterios del Gimnasio

Saludos, mis queridos Mambyenses. Me place compartir con vosotros otra de mis aventuras en esta extraña tierra del futuro.

Hoy os quiero contar mi experiencia cuando me topé con un extraño lugar que me dejó atónito y que llaman gimnasio.

Cuando ingresé en este lugar, no podía creer lo que veía. Al entrar en el gimnasio, me sorprendió ver a los aficionados y culturistas hombres y mujeres, jovenzuelos y no tan jóvenes,mirándose una y otra vez en los espejos, poniendo poses y posturitas como si fueran actores de teatro e inflando sus cuerpos que, si bien parecían impresionantes, me resultaron algo extravagantes.¡Qué curioso!, pensé yo. ¿Acaso están intentando engañar a alguien o es que este es su modo de vida?¿Buscan impresionar a algún enemigo con sus músculos inflados? O quizás, se trata de alguna especie de ritual para honrar a sus dioses modernos.

Pero lo más extraño es que estos culturistas parecían no cansarse nunca, se veían obsesionados con sus cuerpos y con el espejo. Mientras yo, después de una hora de caza o cabalgando, no podía ni con mi alma. Supongo que, como en todo, cada época tiene su obsesión y su modo de vida.

Lo primero que me llamó la atención es la cantidad de selfies que se hacían, tanto hombres como mujeres parecía que su dedicación era más al selfie que al propio ejercicio. Parecía que su dedicación no estaba tanto en ejercitar sus cuerpos, sino en documentar sus poses y progresos en las redes sociales. Me pregunto, ¿Acaso no existe la modestia en esta época?¿O es que ta vez los músculos crecen con solo tomar una foto? No lo sé, quizás mi conocimiento sobre esta materia sea limitado. Pero debo decir que en mi época, uno hacía ejercicio por necesidad o para prepararse para la batalla, no por vanidad o para mostrar una imagen en una red social.

Lo que sí puedo decir es que el gimnasio es un lugar que alberga una energía diferente, algo así como una mezcla entre el sudor, la adrenalina y el olor a desinfectante.

Me resultó sorprendente la cantidad de máquinas que tenían, me hizo pensar que la gente de este tiempo está muy interesada en mantenerse en forma.

Sin embargo, debo admitir que las máquinas modernas del gimnasio son una maravilla. Pude experimentar la adrenalina de levantar pesas en un equipo sofisticado y hacer ejercicio en una bicicleta estática que simulaba la sensación de pedalear por un bosque. En mi época, simplemente hacíamos ejercicios básicos como correr, caminar, levantar pesas o hacer carreras. No necesitábamos una máquina para todo.

Pero también, me percaté de que estas máquinas pueden llevar a la gente a depender de ellas, en vez de confiar en su propio cuerpo y sus capacidades naturales.

En mi época, la actividad física era una parte natural de la vida cotidiana. Cabalgar, cazar y arar la tierra eran actividades que requerían de esfuerzo físico y, a su vez, mantenían a las personas en buena forma. En este tiempo, sin embargo, la gente se ve obligada a hacer ejercicio en lugares artificiales y diseñados específicamente para ese fin.

Es fascinante cómo las cosas han cambiado con el paso de los siglos, pero creo que es importante recordar que no todo lo nuevo es necesariamente mejor. Debemos valorar y honrar las prácticas y costumbres de nuestro pasado, sin olvidar que también podemos aprender y mejorar a través de la innovación y el avance tecnológico.

Mi experiencia en el gimnasio me dejó con muchas reflexiones y preguntas sobre este mundo moderno. Pero al fin y al cabo, lo importante es mantener nuestro cuerpo y mente en buena forma, ya sea a través del ejercicio en un gimnasio o de actividades más naturales y cotidianas.

Es cierto que el gimnasio tiene sus ventajas, como poder hacer ejercicio en cualquier época del año y en cualquier momento del día. Pero, como todo, también tiene sus desventajas. La gran cantidad de tiempo que la gente invierte en el gimnasio podría ser utilizada para hacer algo más productivo, como aprender una nueva habilidad o leer un libro.

Puedo decir que el gimnasio es un lugar interesante y curioso, lleno de personas que parecen más interesadas en la imagen que proyectan que en la salud en sí. Aunque, por supuesto, siempre es mejor hacer ejercicio que no hacer nada en absoluto. Como siempre, mis queridos Mambyenses, la clave está en encontrar el equilibrio.

¡Que la fortuna os acompañe en vuestras aventuras, y nunca dejéis de explorar este maravilloso mundo que nos rodea, nobleza de Mamby!.

Cordialmente,

Haroldo, el viajero del tiempo.

Si queréis opinar al respecto, estaré encantado de intercambiar posturas con vosotros. Muchas gracias.