Aprovechando mis vacaciones me puse a escribir, lo hice más que nada porque estaba aburrida. Mientras iba armando mi historia me iba atrapando en el argumento; no sé qué bicho me había picado pero las palabras brotaban de mi mente.
Yo no estudié letras, es más, lo mío siempre fueron los números y por eso estudie para ser profesora de Ciencias Económicas; pero es verdad que desde niña utilizaba mis ratos de ocio para escribir cualquier historia que me imaginaba.
Luego que terminé mi libro se lo hice leer a mi esposo y cuando vi que se reía me di cuenta que valía la pena publicarlo.
Lo hice por Amazon y todo el tiempo revisaba para ver si vendía algo, pero pasaban los días y nada...
A la semana estábamos en una confitería y al revisar veo que había hecho una venta en Alemania y se lo comenté a mi esposo; a lo que contestó – Seguro te lo compró un pariente –
Como muchos de mia familiares viven en este país me desilusioné y creí que él tenía razón; pero a los pocos días vendí en Francia y allí no tengo ningún conocido...
Desde ese día que escribo y estoy fascinada con esta nueva actividad que me llena el alma.