
A menudo te encuentras en situaciones que te fuerzan a hacer cosas que realmente no te apetecen hacer. Una salida con los amigos, una actividad en familia, un proyecto que requiere de ti un esfuerzo que no quieres, etc.
Casi a diario se dan circunstancias de este tipo que acabas realizando aún cuando en tu cabeza resuena aquello de "¿Y por qué estoy haciendo esto si en verdad no deseo hacerlo?".
En los últimos años escucho cada vez más eso de que hay que aprender a decir que no, que tú eres la primera, que tu bienestar está por delante del de los demás. Y parece que ahora está mejor visto usar esa filosofía de vida. Ya no parece un rol tan egoísta como pudiera parecerlo en el pasado. Al menos en la teoría, ¿no?
Pero conozco algunos casos cercanos de gente que actúa de este modo, y me da la sensación de que dicha actitud, de alguna forma, los aísla, les hace cada vez más ajenos a los demás. Se vuelven personas... casi hostiles, diría.
¿Debe uno hacer el esfuerzo, entonces, aún cuando no le apetezca?
No sé, la vida moderna me resulta de por sí agotadora, y cada vez me es más pesado seguirle el ritmo a los demás, a las amistades y a la familia. Pero el miedo a quedar condenada al olvido también pesa.
¿Cuánto se gana y cuánto se pierde diciendo que NO?
Si dejas de salir con los demás porque no tienes ganas, dejarán de llamarte. La familia con la que no "rozas", acabará distanciada; y los proyectos a los que digas que no, puede que te acaben pasando factura de algún modo...
En definitiva, corres el riesgo de quedarte SOLO.
¿Qué hacer, pues?
En fin, ¡qué difícil es todo!