Aún me sorprende la gente que te quiere hacer cambiar sutilmente.
Los primeros días te embelesan con lo que les dices. Te halagan cada palabra. ¡Que hasta te inundes de autoestima!
Muestran un provecho por ti, que te causa un protagonismo grandioso. ¡Con su telaraña te ciñen de palabras cadenciosas y con su gran sutileza y educación te espolvorean soplos impresionantes!
Te subes a una nube que nunca baja. Y te abres hacia ellos como algo paradisiaco.
Pero el dia menos pensado, cuando ya te tienen embelesada, cuando ven que estás en sus pies y lames cada desasosiego de la otra persona y notas que estas baja de carácter y hay esa nube de empeine, allí es cuando te dan ese puñetazo en medio del corazon.
Empiezan a verte sentencias, intentan cambiarte, proponer que todo, todo lo que haces no está mal, pero …. Siempre hay ese “pero” … empiezan a exteriorizar que realmente lo que te decían antes era inexacto. Y te asombras. Encuentran inútil ya tú forma de ser o actuar según el contexto. Te paralizas… y solo te sale ¿Por qué?
El puñetazo, antes dicho sutil. Tan refinada es la caída que ni la ves en los inaugurales días… Pero al pasar los días, ves rebeldías que no eran las de antes. Y como colofón te hacen ver que eres tú el que te has transformado.
Rebuscan mil evasivas para extraerte una culpa nunca realizada.
Y ves que esa agua fogosa se vuelve fría, con fuego muy lánguido.
Y que en realidad te han hecho ver una realidad muy lejana a la tuya.
“El hombre tropieza dos veces en la misma piedra” Yo diría que más de dos veces, pero eso sí ya con la conciencia de que los papeles pueden cambiar. El engaño emocional es lo más bajo que se puede caer para conseguir un propósito.
Había alguien que decía: Si me engañas una vez la culpa es tuya, si me engañas dos veces ya la culpa es mía.
Me parece que ya encontrado otra estimulación para hoy. Otra terapia para solazar…